martes, 18 de diciembre de 2007

DECLARACIÓN DE INTENCIONES...20 AÑOS... ¿QUIÉN LO IBA A DECIR?...

Por una vez hacedme caso y poned esta canción (http://www.youtube.com/watch?v=J0XH-iDpgAk) a modo de banda sonora mietras mirais esta entrada.



Decir "tengo veinte años" ya impone... ya piensas en la pareja de décadas que cuelgan de tu espalda y nuevos planteamientos vitales recorren tus dos neuronas inconexas. Razonas que ya es hora de madurar, dejar la niñerías atrás, que ya has pasado una etapa...
Podría volver a mis principios, a un mi propio cretácico cuando aún era un proyecto de San Paco de pelo rizado que se entretenía jugando con tapones de botellas en el pasillo de su casa... reconozco que esos tiempos no volverán (y rezo porque no lo hagan)... pero me gustaría haberlos grabado con la suficiente nitidez para ponérmelos cada noche en el pequeño cine de mi memoria para reírme, emocionarme o llorar, tal y cómo ahora se me saltan las lágrimas.
Cuando me preguntan "¿qué tal?", quien me conozca sabrá que siempre respondo con la 
misma respuesta: "lo típico". Sería un 
mentiroso si afirmara que mi vida no ha cambiado, incluso si afirmara que yo no he cambiado... ahora me afeito, situación que con cinco años no ocurría...
Por puro azar matemático, el 2007 estaba destinado a ser el año que acogiera mis 7300 días en este planeta. Siempre he pensado que 
mirar atrás es una gilipollez 
con sentido y mis pensamientos respecto a estas últimas jornadas no iban a ser más cuerdos... mi materia gris no ha evolucionado tanto, soy hombre y de letras, entendedme. Sin embargo, escribiré aquello que se me ocurre por mi cabeza actualmente, es decir, reflexionaré sobre el presente, tan atacado últimamente por científicos para demostrar su inexistencia. "¿Qué tengo?", "¿qué me queda?"... cuestiones que martillean este pobre teclado...¿ poseo un blog valorado en casi sesenta millones de dolares y un ordenador que es el producto de cruzar una máquina de escribir, una tostadora y un microondas? Creo que no... son objetos que al fin y al cabo no dejan de ser un conjunto de
átomos unidos en una falsa apariencia de solidez. Prefiero referirme a aquello que no he conseguido por ningún sistema incluido en nuestra sociedad económica, aquello que no me ha hecho falta comprar.
20 años... analizo mi situación a medida que pulso esta sinfonía inacabada de teclas... tengo a mis padres, a mi hermano, a la mayoría de familiares... por causas del destino hubo personas que, de forma voluntaria o no, me abandonaron... pero estoy tranquilo en lo que se refiere a ello. Hace apenas tres años nadie hubiera realizado el papel de vidente a la hora de 
proyectarme mi futuro... 
y miradme... estoy en Málaga, estudiando lo que me gusta... incluso a 
muchos les impresionaría 
que después de mis fechorías siga vivo tras este tiempo...
Ahora estoy sólo en mi cuarto, pero sé que estoy rodeado de gente... de un toc-toc en la puerta... un tono de teléfono... un zumbido en el ordenador... una carta a tiempo... una mano en su momento...
Familia, amigos, bro´s ... la lista agraciadamente es larga.
Ya sé que cambio de parecer en el último momento siempre... que hago casi todo a presión poco antes de llegar a meta, en el último segundo... al menos esta declaración de intenciones la hago un par de días antes.
Entiendo que mi vida, al situar las velas del dos y el cero sobre la tarta, apenas cambiará... sin embargo, hay muchas cosas que se han transformado en el último instante... quien me conozca ya sabe que puede cambiar todo en dos segundos, cinco minutos, tres horas, en menos de siete días... en un abrazo y una mirada... quien me conozca ya sabe de que hablo...
Para crecer sin sentido, mejor no crecer... gracias por dar sentido a todo ésto. Sois el mejor
regalo de cumpleaños...

Como siempre en el último momento... os quiero...

... sobretodo a ti.

domingo, 2 de diciembre de 2007

CONVIVENCIA

Por suerte o desgracia, una característica intrínseca del ser humano es ser un animal irracionalmente social, no podemos vivir aislados, siempre tenemos que tener alguien al lado a quien dar el coñazo o que nos los de a nosotros.
A lo largo de mis venideros veinte años he convivido con todo tipo de gente: conmigo, con mis padres, con amigos, con la manada de lobos con la que crecí... y de ello he podido sacar una gran cantidad de experiencias que pueden servir a generaciones futuras.
Para empezar, hablemos de mi convivencia con mis padres. Se pueden decir que mis progenitores son los típicos progenitores medios que tiene cada uno en su casa. Mi madre es una persona que por suerte o desgracia no mira, escanea; puede detectar el desplazamiento de menos de medio centímetro del despertador en la mesita de noche o un calcetín sin pareja debajo de la cama desde la esquina de la habitación. Todavía me pienso como a mi madre no la han fichado en la guardia civil como radar en las carreteras, ¿os imagináis?... "ha pasado el límite de velocidad, va bebido y tiene un calcetín debajo de la cama"...
Con mi progenitora he tenido grandes y largas conversaciones sobre el asunto de recoger la ropa y demás objetos que acumulo en un principio de síndrome de Diógenes allí por donde quiera que paso. Todo comienza con un "recoge la camiseta de la silla" a lo que yo añado "mamá, si recojo la camiseta yo no le hago ningún bien a la pobre camiseta, debe aprender a ir sola al cesto de la ropa sucia... hoy lo haré, pero imagínate el día que yo falte... ¿quién la llevará a la cesta?... nadie... ¿a que si? ¿a qué tengo razón?, pues por eso, deja a la camiseta en la silla y cuando sienta la necesidad pues que vaya ella, no se le puede hacer todo a la camiseta... te lo repito, es por su bien.". En este preciso momento es cuando mi madre sale del dormitorio razonando la causa de su elección entre tener un perro o un niño tonto.
Terminé bachiller y por causas del destino y amenazas al correo entré en la universidad. El estilo de convivencia al que estaba acostumbrado a ver en las películas americanas era una casa con cinco hombres con camiseta hawaiana todo el día y fiestas cada noche... nada más lejos de la realidad. Llego al piso y me encuentro a mis compañeros de apartamento. A los hombres, durante toda nuestra trayectoria evolutiva, se nos ha relacionado con la tecnología y los últimos avances...
entonces, ¿qué nos pasó con los electrodomésticos?... el primer quebradero de cabeza es aquello
que llamamos "lavadora", pongo esta situación ya que yo, en mi más tierna infancia, pensaba que
este aparato era una televisión redonda (bueno, en verdad no ha cambiado mi visión en mucho), es decir, se podía observar a un minipaco cada tarde
observando como la ropa se centrifugaba. Un argumento más para que mi madre pensara "mi niño es mu tonto". Pues ahí estoy yo en lo que denominé "primer día de colada en mi vida". Un Paco armado con un cesto cargado de ropa y una lavadora abierta; meto las prendas en el interior, cierro la puerta y espero alguna reacción por
parte de la máquina... nada... por ello hice reunión en el piso con el título "compadres, la lavadora está rota", allí se nos podía ver a cinco hombres de casi dos décadas discutiendo sobre el uso del aparato. "Espera, que me he acordado de una cosa que hace mi madre", el dedo de mi compañero se acercó a la lavadora en un alarde de valentía, apretando un botón sobre el que ponía "on". Creo que encenderla fue un gran avance. También en esa máquina están incrustadas una serie de ruletitas que ahora sé que son para el tipo de lavado, temperatura... nueva discusión: "¿hasta cuando le damos vueltas a las ruletitas?". Al final, nos cansamos y dejamos
una posición cualquiera, echamos el detergente y la máquina reaccionó. Bien, ya era hora. Pero algo había salido mal, se me había olvidado de que la ropa blanca no se puede mezclar con prendas con color... muy bien... camisetas blancas... calcetines blancos... y una camisa roja. Desde ese momento impuse el rosa como color de moda en el piso. En verdad, ésta no fue mi primera colada, fue la segunda, en la primera confundí la lavadora con la secadora. La ropa salió tan calentita.
Sin embargo, después de lavar la ropa, llega el momento de tenderla y aquí se encuentra uno de los grandes dilemas de la vida estudiantil en un piso compartido: ¿Quién compra las pinzas de la ropa?
La cocina. Uno de los lugares donde más tiempo pasamos al día y más desconocemos llegado el caso. La única situación de talante mecánico que más o menos dominamos es el abrir y cerrar de frigorífico. Llega el día en que la comida que te ha dejado tu madre se termina, tus compañeros se encuentran en la misma situación, no hay presupuesto para comer fuera, cunde la histeria colectiva... un "tranquilos, he encontrado unas hamburguesas en el congelador, son meterlas en el microondas, se descongelan y a la plancha"... fiesta, jolgorio... pero ya se sabe que la calma no dura demasiado, sobretodo si estoy yo cerca, más aún si soy yo el que aporta la información de que nuestra cocina no consta de microondas. ¿Cómo descongelar hamburguesas si no hay microondas y hay hambre?. Buscamos la opción de buscar fuentes de calor alternativas como flexos, luz solar... pero demasiado tiempo de espera, para ello se dio la idea de calentar los témpanos cárnicos con un chorro de agua caliente. Un plato hondo, las hamburguesas congeladas, un fregadero, un grifo y un chorro de agua hirviendo sobre dichos alimentos. Conclusión: al caer el agua directamente sobre la carne, las hamburguesas se convirtieron en donuts de carne, la carne sobrante taponaba el fregadero... lo que se tradujo en un almuerzo basado en galletas con paté.
Otro aspecto que supera los límites de la convivencia estudiantil es la higiene, en el momento del primer fin de semana me di cuenta de que había ganado cuatro amigos y había perdido un cuarto de baño.
Llevo ya tres años de carrera y todavía no sé usar la mayoría de los electrodomésticos, no tenemos microondas ni pinzas de la ropa, aprendimos a tender los calcetines anudándolos a los cordeles y tenemos la despensa llena de galletas y paté.
Sé que aún me quedan momentos y personas con los que convivir a lo largo de mi vida: amigos, padres (ellos rezan porque no vuelva), novia (Marta, vuelve de comprar tabaco, el kiosco estaba en la esquina y sé que no fumas), animales, pelusas... sé que soy una persona difícil a la hora de compartir vida, sin embargo espero que comprendan que cada uno tiene su vida, al igual que yo calcetines debajo de la cama.
A Celia...

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