miércoles, 1 de junio de 2011

El 15M se desinfla


“Me indigno” me parece que es una frase de moda en los últimos tiempos. Sin embargo, es ahora cuando la expresión toma más calibre, ahora que los antiguos alcaldes embalan sus pertenencias de los despachos y los nuevos regidores se frotan las manos ante lo que tildan de “nueva era”.
Hemos vivido momentos muy intensos en apenas tres meses, parte de esta generación pérdida se levantó, ocupó las calles y se enfrentó a las adversidades de manera pacífica, sin caer en el senequismo. Y ahora, me indigno ante ellos. No los critico por sus noches a la intemperie, pernoctaciones que aplaudo y ante las que me quito el sombrero. No todos los españoles hemos tenido la valentía de introducir el caos en su vida para buscar el orden lógico de la política. Pero repito, me indigno. Me ilusioné como un niño, ante lo que parecía una bola de nieve descendiendo por una ladera y que acabaría con todo a su paso. Sin embargo, ahora siento que la rueda pierde presión, que la bola de hielo no sólo se paró, sino que empezó a derretirse. Las acampadas se extinguen como dinosaurios gigantes de vida efímera para buscar el consenso por pequeñas zonas y barrios. Las películas de terror me enseñaron que la mejor forma para buscar la salida de la casa maldita no era la dispersión de los personajes. Ojalá me equivoque.
La política actual y esto a lo que llamamos democracia se basa en las masas, en lo que en España conocemos como “el bulto”. Las personas no se escuchan, se cuentan. Vivimos en un país donde una persona que haya obtenido el 51% de los votos en unas elecciones puede hacer lo que quiera con la vida de sus seguidores y el 49% restante sin preguntarles en ningún momento. Cuando pienso en animales en extinción, siempre me acuerdo del consenso, es decir, esas discusiones entre políticos reales que se hacían antiguamente para que todos los presentes en los plenos -y sus vecinos representados- salieran ganando. Ahora sólo se benefician los presentes en los plenos, sin repercutir en sus representados.
El movimiento 15 de marzo logró preocupar a los partidos, incluso algunas de estas formaciones se apuntaron a la carga sin que nadie los avisara ni necesitara. Pero, después de las elecciones municipales, ¿qué conseguimos con estas manifestaciones? Nada. Ojalá me equivoque de nuevo. Aquellos que se erigieron como pastores fieles del rebaño continuaron su camino como si tal cosa, con nuestro voto de castigo/esperanza destronamos a los buitres para alzar a las hienas y no resolvimos nada, al menos a corto plazo. Algo salió mal.
Llegados a este punto, me planteo, ¿no nos damos cuenta de lo que tenemos? Hemos movilizado a un gigante sin apenas darnos cuenta, los grandes políticos no tuvieron más remedio que oir las voces desde sus escaños heredados, quisieron denostarnos llamándonos perroflautas y cuatro gatos, nuestras fotos dieron la vuelta al mundo en minutos sin necesitar el beneplácito de ningún medio, recibimos el respaldo de ciudades de todos los continentes, nos convertimos por un momento en una mancha densa en su situación balsámica, incluso la violencia llegó a las puertas de nuestro pacifismo. Y ahora, ¿qué? Cerramos por vacaciones y dejamos de guardia al becario.
Quiero errar al pensar que el llamado 15M se repliega, vuelve a la comodidad de la espinosa madriguera. Señalan que volverán en octubre, para “volver con más fuerza”. Yo digo que no, dos meses sin actividad suponen la muerte de esto que comenzó repleto de ilusiones y ganas. Debemos mantener la intensidad, no regalar ni un ápice de duda, seguir moviendo millones de mensajes, crear espectación, quemar todos los cartuchos en informar a todo aquel que no sepa lo que buscamos, agradecer los apoyos desinteresados apolíticos y buscar nuevos. Tenemos que crear a una población crítica, que sepa lo que vota, incitarlos a la sabia costumbre perdida de leer los programas electorales (aunque después se quede en un folleto orientativo)... si la bola de nieve acaba por derretirse, todo se convertirá en un charco de lo que pudo haber sido. Ojalá me equivoque.

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