miércoles, 15 de febrero de 2012

Ya decía que me sonaba


miércoles, 8 de febrero de 2012

SEGUNDO ACTO



Estamos jodidos, siento tanto usar este lenguaje como el mero hecho de decirlo. Pero no se me ocurre otra expresión que indique la gravedad de la situación actual. Y a pesar de todo, no nos enteramos. Cantamos por no llorar, cuando lo que deberíamos es aprovechar la debilidad. Nos repiten una y otra vez que somos la generación perdida. No tenemos trabajo, la posibilidad de dedicarnos a lo que nos gusta es una utopía y nos cruzamos de brazos a esperar a que vuelvan tiempos mejores. Os lo voy anunciando: no hay esperanza. Tenemos que luchar con uñas y dientes para sobrevivir, tenemos que ser lo más fuertes y aprovechar el estado en el que estamos.
   Estamos en crisis, no sólo somos cinco millones de parados, somos el resto que los estamos manteniendo y estamos sufriendo esta ausencia. En su momento lo hicimos mal, pero lo intentamos remediar con medidas de parcheo, estamos poniendo leña sobre las cenizas a sabiendas de que se va a volver a quemar. Hemos visto que el sistema no funciona, que el efecto dominó se quedó sin fichas. Ahora nos queda buscar las fórmulas para que la generación perdida sólo sea la nuestra, para que todo esto por lo que estamos pasando no les pase a los futuros españoles que aún están por llegar. Debemos hacer frente a sacrificios y cambiar el rumbo de un país. Combinamos cambios de otros países y copiamos reacciones, mientras que vivimos en una economía aislada y con sus características, a pesar de una globalización en la que estamos inmersos. 
   Es el momento de experimentar, pero en España somos retraídos, yo el primero. Sólo pensamos en la inmediatez, nuestro margen de riesgo apenas supera el presente. Probemos métodos nuevos, estamos en un terreno quemado, cualquier brote nuevo supone de por sí un crecimiento. En su momento, cambiamos las fichas de nuestro gobierno, éstas discuten por modificar las reglas del juego, cuando lo que se debe hacer es cambiar el tablero. No sé hacia donde debemos girar, sólo sé que las empresas privadas agonizan una a una, los trabajadores caen sin un indicio de mejora, el sistema público se erige como una anciana sin vitaminas y nosotros, la generación perdida, hacemos caso a las ilusiones impuestas. Buscamos la luz al final del túnel cuando debemos aprender a ser fuertes en la tormenta. No debemos tomar ejemplo de nadie, somos nuevos en esto y toda la historia que nos antecede es una línea directa al fracaso a largo plazo. 
   Estamos en un continuo partido de fútbol. Culpamos de este contexto económico a los políticos, estos rebotaron los problemas a la construcción y éstos a los bancos, que son consecuencias de nuestra dependencia. Basta. Siempre me enseñaron que ante una situación crítica, primero hay que solucionar o paliar el daño, después -en última instancia- comenzarán los juicios y los dedos acusadores. Mientras no sigamos este mensaje mínimo, no vamos a llegar a nada en claro. 
   Quiero referirme a los políticos, pero no a los que ya están en sillones mirando desde la ventana. Me refiero los que de verdad piensan en ponerse al nivel de los ciudadanos en todos los aspectos, preguntar de tú a tú con un café de por medio y, lo principal, sentir como ellos. Señalo a cada una de las personas que están en las bases de estos colectivos sin el mero afán trepatorio, sino por el hecho de pensar que puede cambiar las cosas. Desde el alcalde de una aldea hasta el que levanta la mano en cada asamblea, me refiero tanto a izquierdas como a derechas, distinciones que nos remontan a épocas en las que se arreglaban las cosas a base de balas. 
   También busco las voces del 15M en cada uno de sus apartados, un movimiento que se cansó muy rápido de gritar, mientras que ahora se dedica a susurrar para mantener su presencia. Asienten que volverán, aunque no se atan a ninguna fecha ni a ninguna forma. Es hora de volver, desprenderse de las escamas políticas del camino y acogerse a las alternativas prácticas. Tenéis los medios para hacerlo, tenéis la calle, la red y aún poseéis parte de la confianza de la población. Desequilibrad la balanza.
   Mientras tanto, seguimos en un tren al que se le acaban las vías. Tenemos miedo, vemos que nuestros sueldos disminuyen, son precarios o no tenemos. Nos abrazamos al senequismo sin buscar otras soluciones y vemos en esta crisis un fruto casi obligatorio del destino. Nos apelmazamos, nos dejamos avasallar, dependemos de unas condiciones que no necesitamos. No emito un mensaje violento, aunque sí con garra y rabia, que es lo que más nos hace falta. Debemos dejar a las redes sociales el puesto que se merecen, un medio de comunicación, no de manifestación. La actividad es una energía física y como tal debe ser tangible, mucho más allá de seudónimos y lenguajes binarios. El apoyo se cuenta por cabezas, no por teclas. Sólo hace falta un paso decidido y firme. No podemos continuar con una economía a base de cuidados paliativos. Tenemos las fichas, sólo hay que ponerlas de pie y comenzar de nuevo.

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