martes, 10 de mayo de 2011

¿Quién me ha robado mi IP?

Todo comenzó como en una película mala de Tom Cruise. Unos supuestos operarios de una firma de telecomunicaciones (no es cuestión de darle publicidad a Movistar) me llamaron una fría mañana para informarme de que mi línea había sido cruzada, es decir, que otra persona recibía mis llamadas y yo recibía las suyas. Por ello, los supuestos trabajadores de la marca me dijeron que intentarían reparar el error, por lo que estaría un rato sin teléfono, algo que acepté sin pensar en las consecuencias posteriores. Diantres, maldito el momento en el que acepté mi pequeña sentencia de muerte comunicativa. Creía que un simple cambio de cables no supondría una gran cantidad de tiempo ni un mayor riesgo. Iluso de mí. Estamos en España.
Mi habitual estancia delante del ordenador me hizo temer lo peor, no puede ser, el radar del monitor me informaba de que algo no iba bien. No había Internet. Los primeros diez minutos me los tomé con filosofía, al cuarto de hora desempolvé mi Biblia, a la hora ya había pintado cuatro bisontes en la pared de mi cuarto y antes de almorzar ya había realizado mi primer sacrificio humano para pedir Internet a los dioses correspondientes.
La primera llamada al servicio de atención al cliente me corroboró lo que pensaba. La diosa ineptitud se había presentado ante los eficientes operarios de Movistar, dejándome con teléfono pero sin ADSL. Cáspitas. Iker Jiménez vuelve a tener razón y el mundo se acaba delante de mis narices en forma de una señal inexistente. Allí estaba yo, hablando con una teleoperadora e informándole de que unos compañeros suyos la mar de profesionales me habían dejado sin la línea de la vida. Le comenté que la lucecita del router estaba encendida, pero que no emitía señal, a lo que ella me contestó preguntándome si el router estaba encendido. Muy bien, le acabo de decir que la luz del aparato esta encendida y me pregunta si está encendido. ¡Que suerte! Un premio Nobel en Movistar y me ha tocado a mí. Tras explicarle los principios de la electricidad y la imposibilidad de que un fantasma o similar ente encienda luces sin necesidad de alimentación, continué informándole de mi problema primigenio. Al final concluyó con un "comenzaremos un testeo de su línea Señor Don Paco". Esperanzado me hallaba.
Esa misma noche volví a llamar y el ritual fue el mismo, me preguntaron mi nombre, mi móvil (que creo que media Colombia y Venezuela deberán tener mi número de teléfono a estas alturas) y me cuestionaban si el router estaba encendido. Sin embargo, me informaban de que el supuesto análisis de mi línea no se estaba realizando. Esta situación se repitió a lo largo de los dos días siguientes con sus 24 respectivas llamadas. Cuando en una empresa de comunicación, los propios trabajadores no hablan entre ellos... algo falla. Dudo que sea muy difícil coger un papelito de esos amarillos de anotaciones e ir pasando el mensaje "El Señor Don Paco no tiene internet, tenemos su número de móvil".
Pero la tercera noche las llamas del Pentecostés de la esperanza se toparon contra mis tímpanos, un tal Javier que hablaba con un acento bastante cerrado me dijo que quedaban 20 minutos para que terminara el famoso testeo de mi internet. Nada más supe de él. Me dijo que me llamaría, como en tantas entrevistas de trabajo. Me gusta consolarme y pensar que era el típico mentecato que aún sabiendo que te has equivocado, te sigue el rollo. Yo lo he hecho y me siento culpable en estos momentos. El Kharma me ha castigado.
Para colmo de males, la mañana del viernes me llamó una comercial que me ofrecía un módem usb; momento en el que aprovecho para recordarle a la teleoperadora mi problema. Ni corta ni perezosa, se alimenta de mi desgracia y me suelta sin tapujos que aproveche ahora que no tengo internet en el router fijo y me acoja a su oferta de un módem portátil. Presiento que no entendió mi mensaje. Maldita entropía. A pesar de su desatino y sus ansias de vender algo, decidí hacerme el fuerte y no ceder ante sus indiscriminadas ofertas. Si no funcionan bien con una línea, con dos... no quiero ni pensar lo que podría ocurrir. Iker Jiménez volvería a tener razón de nuevo.
Aunque el periplo fuera largo, la intervención fue rápida. Un técnico se acercó a mi casa y si os digo la verdad, no sé qué hizo. Sólo sé que ahora envío esta crítica binaria a todos aquellos que se hayan sentido como yo en algún momento de su vida, aquellos afligidos bajo el yugo de la ausencia de profesionalidad. Sólo os animo a seguir luchando, porque a pesar de lo que diga Iker Jiménez, el mundo no se acaba... hasta que los mayas lo decidan.
Por cierto, ¿dónde están los mayas ahora? Tendrán también mi móvil.

1 comentario:

quien sabe dijo...

los mayas seguro que trabajan en movistar y se chulean pasando tu nº de móvil a toda Sudamérica :P

estoy contigo,tb he pasado por esa batalla,pero como no acabe muy cansada todavía hice una llamada más para reclamar la parte proporcional del recibo que me tuvieron que descontar!

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