domingo, 2 de diciembre de 2007

CONVIVENCIA

Por suerte o desgracia, una característica intrínseca del ser humano es ser un animal irracionalmente social, no podemos vivir aislados, siempre tenemos que tener alguien al lado a quien dar el coñazo o que nos los de a nosotros.
A lo largo de mis venideros veinte años he convivido con todo tipo de gente: conmigo, con mis padres, con amigos, con la manada de lobos con la que crecí... y de ello he podido sacar una gran cantidad de experiencias que pueden servir a generaciones futuras.
Para empezar, hablemos de mi convivencia con mis padres. Se pueden decir que mis progenitores son los típicos progenitores medios que tiene cada uno en su casa. Mi madre es una persona que por suerte o desgracia no mira, escanea; puede detectar el desplazamiento de menos de medio centímetro del despertador en la mesita de noche o un calcetín sin pareja debajo de la cama desde la esquina de la habitación. Todavía me pienso como a mi madre no la han fichado en la guardia civil como radar en las carreteras, ¿os imagináis?... "ha pasado el límite de velocidad, va bebido y tiene un calcetín debajo de la cama"...
Con mi progenitora he tenido grandes y largas conversaciones sobre el asunto de recoger la ropa y demás objetos que acumulo en un principio de síndrome de Diógenes allí por donde quiera que paso. Todo comienza con un "recoge la camiseta de la silla" a lo que yo añado "mamá, si recojo la camiseta yo no le hago ningún bien a la pobre camiseta, debe aprender a ir sola al cesto de la ropa sucia... hoy lo haré, pero imagínate el día que yo falte... ¿quién la llevará a la cesta?... nadie... ¿a que si? ¿a qué tengo razón?, pues por eso, deja a la camiseta en la silla y cuando sienta la necesidad pues que vaya ella, no se le puede hacer todo a la camiseta... te lo repito, es por su bien.". En este preciso momento es cuando mi madre sale del dormitorio razonando la causa de su elección entre tener un perro o un niño tonto.
Terminé bachiller y por causas del destino y amenazas al correo entré en la universidad. El estilo de convivencia al que estaba acostumbrado a ver en las películas americanas era una casa con cinco hombres con camiseta hawaiana todo el día y fiestas cada noche... nada más lejos de la realidad. Llego al piso y me encuentro a mis compañeros de apartamento. A los hombres, durante toda nuestra trayectoria evolutiva, se nos ha relacionado con la tecnología y los últimos avances...
entonces, ¿qué nos pasó con los electrodomésticos?... el primer quebradero de cabeza es aquello
que llamamos "lavadora", pongo esta situación ya que yo, en mi más tierna infancia, pensaba que
este aparato era una televisión redonda (bueno, en verdad no ha cambiado mi visión en mucho), es decir, se podía observar a un minipaco cada tarde
observando como la ropa se centrifugaba. Un argumento más para que mi madre pensara "mi niño es mu tonto". Pues ahí estoy yo en lo que denominé "primer día de colada en mi vida". Un Paco armado con un cesto cargado de ropa y una lavadora abierta; meto las prendas en el interior, cierro la puerta y espero alguna reacción por
parte de la máquina... nada... por ello hice reunión en el piso con el título "compadres, la lavadora está rota", allí se nos podía ver a cinco hombres de casi dos décadas discutiendo sobre el uso del aparato. "Espera, que me he acordado de una cosa que hace mi madre", el dedo de mi compañero se acercó a la lavadora en un alarde de valentía, apretando un botón sobre el que ponía "on". Creo que encenderla fue un gran avance. También en esa máquina están incrustadas una serie de ruletitas que ahora sé que son para el tipo de lavado, temperatura... nueva discusión: "¿hasta cuando le damos vueltas a las ruletitas?". Al final, nos cansamos y dejamos
una posición cualquiera, echamos el detergente y la máquina reaccionó. Bien, ya era hora. Pero algo había salido mal, se me había olvidado de que la ropa blanca no se puede mezclar con prendas con color... muy bien... camisetas blancas... calcetines blancos... y una camisa roja. Desde ese momento impuse el rosa como color de moda en el piso. En verdad, ésta no fue mi primera colada, fue la segunda, en la primera confundí la lavadora con la secadora. La ropa salió tan calentita.
Sin embargo, después de lavar la ropa, llega el momento de tenderla y aquí se encuentra uno de los grandes dilemas de la vida estudiantil en un piso compartido: ¿Quién compra las pinzas de la ropa?
La cocina. Uno de los lugares donde más tiempo pasamos al día y más desconocemos llegado el caso. La única situación de talante mecánico que más o menos dominamos es el abrir y cerrar de frigorífico. Llega el día en que la comida que te ha dejado tu madre se termina, tus compañeros se encuentran en la misma situación, no hay presupuesto para comer fuera, cunde la histeria colectiva... un "tranquilos, he encontrado unas hamburguesas en el congelador, son meterlas en el microondas, se descongelan y a la plancha"... fiesta, jolgorio... pero ya se sabe que la calma no dura demasiado, sobretodo si estoy yo cerca, más aún si soy yo el que aporta la información de que nuestra cocina no consta de microondas. ¿Cómo descongelar hamburguesas si no hay microondas y hay hambre?. Buscamos la opción de buscar fuentes de calor alternativas como flexos, luz solar... pero demasiado tiempo de espera, para ello se dio la idea de calentar los témpanos cárnicos con un chorro de agua caliente. Un plato hondo, las hamburguesas congeladas, un fregadero, un grifo y un chorro de agua hirviendo sobre dichos alimentos. Conclusión: al caer el agua directamente sobre la carne, las hamburguesas se convirtieron en donuts de carne, la carne sobrante taponaba el fregadero... lo que se tradujo en un almuerzo basado en galletas con paté.
Otro aspecto que supera los límites de la convivencia estudiantil es la higiene, en el momento del primer fin de semana me di cuenta de que había ganado cuatro amigos y había perdido un cuarto de baño.
Llevo ya tres años de carrera y todavía no sé usar la mayoría de los electrodomésticos, no tenemos microondas ni pinzas de la ropa, aprendimos a tender los calcetines anudándolos a los cordeles y tenemos la despensa llena de galletas y paté.
Sé que aún me quedan momentos y personas con los que convivir a lo largo de mi vida: amigos, padres (ellos rezan porque no vuelva), novia (Marta, vuelve de comprar tabaco, el kiosco estaba en la esquina y sé que no fumas), animales, pelusas... sé que soy una persona difícil a la hora de compartir vida, sin embargo espero que comprendan que cada uno tiene su vida, al igual que yo calcetines debajo de la cama.
A Celia...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Plas, plas, plas.

Mira que elegí un tema muy soso, pero es que tú le sacas punta a todo, y has hecho de un tema tan pobre como este un canto a la convivencia (además, me he podido identificar en alguna que otra cosilla)

Por cierto... ¿de verdad están buenas las galletas con paté?

Un saludo, y gracias por dedicarme el texto.

Nadia dijo...

Mmm... ¿por qué si antes introduje mi correo electrónico y mi contraseña mi comentario aparece como anónimo? ¬¬'

Está claro que las nuevas tecnologías y yo no terminamos de llevarnos bien.

Saludos!

Anónimo dijo...

es decir q comes una guarrada como galletas con paté y luego cuando vienes a mi casa dices q nada de tortelinis ni pizza barbacoa xq estas a dieta??? :O

Anónimo dijo...

Dios te bendiga a ti y a vuestro video...EVANGELISTA

Anónimo dijo...

Eres muy grande hermano!!!! muy muy grande, tanto del texto como de ese pedazo de video!!!!

en fin!!! un saludo y sigue tan bien como siempre...

por cierto, hay que ir barajando fechas de cena de empresa...

se bueno!!!!

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