miércoles, 21 de noviembre de 2007

DECLARACIÓN DE INTENCIONES.

Muchas veces me planteo seguir la vida tal y como la llevo. Planificar una vida basada en su totalidad en una mera obra improvisada, es decir, lo mismo que no estructurarla en nada. ¿Me gusta ser raro, friki, extraño...? La verdad, es un conjunto de adjetivos y calificativos
que no me importan llevarlos en la solapa.
Puedo acabar una noche de fiesta comprando alfombras en el IKEA con unas amigas, comiendo pizza en un italiano dirigido por pakistaníes, conquistando cualquier banco de cualquier parque, en una fiesta de cumpleaños llena de universiatarios erasmus, enseñando a una portuguesa expresiones tan españolas como "vete a tomar por culo" o finalizar en cualquier parada de autobús con las personas asiduas de la madrugada cantando cualquier canción anclada en nuestra mente desde la más tierna infancia. Cualquier humano no encontraría conexión alguna entre estas situaciones, yo sólo encuentro dos: yo y personas con las que me encuentro agusto.
Sé que hay gente que salen a la calle cada fin de semana en busca de una buena borrachera o en busca de una buena pieza de caza. En cambio, por suerte o desgracia por un lado o por otro
siempre encuentro algo que hacer, alguien con quien estar... conozco también la imagen que nos conceden a los "emperchaos", pero tranquilos, un servidor sabe cuando sobra y debe bajarse del escenario.
Ducharse, zapatos cómodos y ropa estándar para todo tipo de locales; éstos son todos los preparativos para ser un paco salvaje cada fin de semana, es decir, los preliminares a algo desconocido cada noche, lo único conocido es que para salir antes tienes que abrir la puerta... y a veces... ni eso.
¿Taxi? ¿bus? ¿coche?... prefiero sin duda usar los pies... al andar me siento más libre... dejar una huella detrás de otra es una de las cosas que puedo hacer sólo, me da confianza, es uno de los momentos en que la independencia de mi ser se materializa en un momento, para muchos, absurdo si tienes opción a otros medios de locomoción.
Un gato debajo de un coche, un perro me ladra desde el otro lado de una puerta, una pareja da rienda suelta a su idilio en cualquier banco de un parque, un vagabundo duerme en un cajero de un banco, un borracho intenta hacer uso de su bipedestación apoyándose en una farola, un barrendero comienza su jornada, un paco caminando de vuelta a la madriguera... no
dejamos de ser animales nocturnos confundidos por la tenue luz que emite el sol desde su diario nacimiento mañanero.
Una barra de una cafetería, escenario, lugar de encuentro de personas sin conexión entre ellas más allá de tomar el mismo café a la misma hora, en el mismo sitio. Un albañil con restos de masa en el zapato, un matasanos ya atabiado con su bata de guerra, un repartidor de cupones revisa sus décimos, yo calentándome las manos con el efímero ardor que expulsa el vaso que sujeto... nada en común, nada, excepto saber que al mirarnos, encontrar una conversación sin transcendencia detrás de cada ojera.
Dejas apenas dos monedas encima del mostrador y sales del local, la vuelta no la necesito, no quiero el cambio, una propina me parece justa para las personas que están a esas horas para atender a desheredados como yo.
Sigo mi camino, las suelas de los zapatos cada vez pesan más, al igual que los párpados... todavía queda tiempo para pensar... en aquello que hice y en lo que me queda por hacer.
La llave insiste en que todavía es demasiado temprano para entrar al impedirme introducirla en la cerradura, la obligo y ella se doblega. Calzado en mitad del pasillo, una camisa sudada con olor a tabaco esconde una silla, un pantalón acaba en una esquina de la mesa... antes de acostarme, fijar la mirada en un punto de mi caótica habitación, para intentar sacar la última reflexión de mis dos neuronas inconexas... analizo la noche... no me he tirado a nadie... no me he emborrachado... no me he convertido en millonario... no he conocido a la mujer de mi vida...
Cierro los ojos, el cansancio se alió con la somnolencia y ganaron la batalla, que se materializa en mi cuerpo inerte sobre un colchón. No queda tiempo para pensar, tan sólo pensar que fue una noche perfecta.



Dedicado a todos aquellos que me acompañaron alguna noche.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, te veo muy... ¿pesimista? esta noche. Eso sí, salir de farra una noche contigo debe ser inolvidable. Por lo menos yo nunca he acabado comprando alfombras en el IKEA, jeje.

Mira, coincido contigo en que me gusta caminar, perderme y encontrarme, o no.

Un saludo, San Paco.

Anónimo dijo...

únicamente ... Paco...

así puede ser... olvidaste decir, que en un noche... pudiste hacer un milagro de patatas asadas... jugar al futbol e inventar el zapato con olor a cítricos, en mitad de una gran avenida...

todo un gran tio...

sin nombrar, cuando hemos ido a comer como BÚFALOS a algún chino... en fin...

simplemente tu

Anónimo dijo...

Tío me ha gustado tela esta entrada tuya. Por que las noches sin ti no son lo mismo, y que cantemos mas el "Soy cordobés" por la alameda.
Ahí va nuestro rezo hermano:

"A san Paco pedimos por ser nuestro patrón, nos guié en esta juerga, dándonos su bendición"

Anónimo dijo...

se te olvida tambien algo fundamental, la noches viendo payasos, o en casa ajenas jugando a follar y luego no mojar o simplemente patearnos toda una ciudad en busca de unas xavalas , claro komo todo esta al lado...
solo te digo ke cada salida kontigo es una redencion a la supervisacion y mientras tenga las piernas sujetas a mi kuerpo habra mas noches de pajas mentales y demas...

En cuanto a tu blog, chiko sigue por ese camino de reivindicar las gilipoyeces y paranoias de cada dia , que son las ke realmente se convierten en buenos recuerdos.

un abrazo Conchudo

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